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sábado, 7 de agosto de 2021

SÍ A LOS VINOS TURBIOS

Hoy día, para el consumidor promedio de vinos, es impensable e inadmisible adquirir una botella y que ésta presente sedimento o que el contenido se encuentre velado. Esto rara vez ocurre debido a que los fabricantes han desarrollado técnicas suficientemente avanzadas para lograr productos de limpidez y estabilidad perfectas. La clarificación de los vinos, entonces, es más una práctica impuesta por las exigencias del mercado que por alguna razón tecnológica. Es decir, la clarificación existe más por razones estéticas que por alguna otra.

El paradigma o quizá podría decirse el mito de los vinos transparentes tiene su origen, sin duda, en el ámbito de los vinos tradicionales de uva. Esta fruta produce un jugo relativamente limpio y por tanto se espera que el vino elaborado a partir de ella sea también limpio. Pero ¿debe esperarse lo mismo de los vinos de otras frutas? Jugos como el de naranja son naturalmente turbios, por lo que no es entonces descabellado esperar que un vino de naranja sea turbio.

En la actualidad, algunas voces del mundo del vino tradicional promueven la idea de los vinos no clarificados. Es el caso del sommelier Sebastián Riquelme, quien en entrevista para el portal Biobiochile.cl explica:

«No tienen (se refiere a los vinos no clarificados) mayores diferencias de sabor, textura y aroma que un vino clarificado. El vino no clarificado se presenta de manera natural y es casi imposible que alguien se dé cuenta al probarlo que no pasó por ese proceso».

 «La mayoría de los vinos se clarifica para tener mejor aspecto. No es una buena propaganda descorchar un vino tinto que quede con algunos restos en la parte inferior. Es más fácil vender un vino que luce nítido que uno con sedimentos. La clarificación no tiene mayor fin que uno estético».

El mosto de uva es un líquido que puede ser considerado con una turbidez relativamente baja, sobre todo si se considera siempre la misma cepa de referencia. Pero en el caso de los vinos de frutas la turbidez del mosto, obviamente, estará en función de la fruta que sea utilizada para producir el mosto. Existen frutas con un contenido de gomas y pectinas (como el níspero y la guayaba) tan alto que resultan poco dadas a la clarificación, lo que hace pensar si realmente se justifica tanto esfuerzo y recursos para obtener de ellas un vino transparente.

Si el fabricante de vinos de frutas opta por la propuesta de los vinos no clarificados u opalescentes le será ventajosos mercadearlos como productos novedosos, presentado su característica de turbiedad como una ventaja competitiva ante los vinos clarificados. En tal sentido, puede resultar una estrategia adecuada resaltar, por ejemplo en la contraetiqueta, las bondades de un vino de este tipo. Por supuesto, nadar a contracorriente siempre requerirá de un mayor esfuerzo y creatividad.

En conclusión, romper el paradigma de los vinos transparentes y brillantes no es nada fácil, pero si el lector ‘siente un mínimo de curiosidad por esta propuesta, la tarea habrá sido realizada.

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